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lunes, 23 de junio de 2014

Sixaola: estado de sitio.



Así titulé en el periódico de ANEP un artículo entre enero y febrero de 1982. La huelga del sindicato UTBA  contra la Chiriquí Land Company había cobrado la vida del trabajador Narciso Morales Valdelomar,fueron heridos decenas de trabajadores y detenidos más de 200, entre ellos el Subsecretario General de la Central Unitaria de Trabajadores, Luis Carlos Montero, y el Secretario General de la Federación Nacional de Trabajadores de las Plantaciones. La consigna de la empresa y el gobierno era vencer por hambre a los huelguistas.Se dio una ocupación militar(aunque se diga que en Costa Rica no hay ejército) de la plantación, los guardias llegaban y disparaban desde abajo del piso de las casas.Quedó completamente restringido el acceso. Desde San José, los sindicatos organizamos la solidaridad, recogimos de los trabajadores una importante donación de alimentos y otras cosas útiles para la ocasión y nos fuimos en caravana. Hicimos entrega de los víveres sin novedad y hasta hicimos algunas reuniones de solidaridad. Y regresamos, cuando veníamos de camino, en esos parajes solitarios fuimos detenidos por la guardia civil, nos hicieron abandonar nuestros vehículos y subirnos a unos camiones. Así fuimos conducidos directamente a la cárcel de Limón. Yo debo confesarles que nunca antes sentí más miedo en mi vida. Estaban muy recientes los hechos del sonado “caso Chemis”, el asesinato de Viviana Gallardo y la desaparición de varios ticos en Honduras, muestra de que Costa Rica estaba comenzando a ser permeada por los métodos que eran cotidianos en El Salvador y Guatemala mediante los escuadrones de la muerte. Allá fuimos a parar con todos los huesos en un pabellón inmundo Hermino Dover, Ignacio Dobles Oropeza y como quince más que me perdonan, no recuerdo sus nombres y que venían de otros sindicatos. Las mujeres, entre las que estaban Marielos Girald y la china Wing Ching, las tuvieron presas en otro lugar y desde un restaurant les llevaban la comida, creo que no la pasaron tan mal. Para los hombres fue fatal, por ejemplo a mí, para robarme la camisa( una camisa de cuadros que me había regalado Adilia Cabezas, la armada) , a lo cual me resistí, me metieron un golpe en el pecho( lo que ahora llaman tremendo pichazo), el que lo hizo, un negro delincuente común tenía un anillo que me rompió y me hizo sangrar. Y a dormir en el puro cemento, fue horrible, hasta que un reo que le decían Pana (ahora los llaman privados de libertad eufemismo que suaviza el término), me regaló un pedazo de cartón que me hizo pasar del infierno a la gloria.Y aquella hediondez, ese pabellón, previsto para treinta reclusos, estaba saturado con más de cien y hacía tres días no había agua, los inodoros taqueados de mierda y ese mosquero.Y a comer “el rancho-rancho, rancho, ranchooo, el primer día me prestó un interno una lata de atún para que me sirvieran “el rancho”.En esos ocho días que estuvimos ahí presos sucedieron tantas cosas que parece increíble, pude ver cuando al sindicalista que estaba tratando de conciliar el sueño cerca de mí, le ponían un puñal en el pescuezo para despojarlo de sus pertenencias. A un muchacho que usaba un pantalón jeans muy sugestivo que en lugar de ziper usaba los botones por fuera, intentaron violarlo. A un guardia se le zafó un tiro que atravesó la puerta metálica de entrada, pero que pudo haber liquidado a alguno de nosotros.Fueron duros esos días y así ha sido la historia de la lucha del movimiento obrero en esta democracia centenaria. Ojala algún compañero que estuvo conmigo en este trance o lo vivió de alguna manera ayude a reconstruir la historia.Los recuerdos son así, unos les damos más importancia a ciertas cosas otros a otras, pero juntos podemos lograr que estas historias no pasen al olvido y sirvan para mejores momentos en nuestra patria consentida.




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