Nos acercamos a los dos años y medio de que comenzara el proceso de paz que lleva a
cabo el gobierno colombiano con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
FARC-EP en la Habana, Cuba, iniciado formalmente el 18 de octubre de 2012.
Inclusive en su fase secreta previa, comenzada muchos meses entes, este proceso
ha atravesado por momentos críticos. Uno de ellos, cuando el comandante Alfonso
Cano de las FARC, quizá el más ferviente impulsor del proceso de paz, fue
asesinado en las montañas de Colombia.
Muchos pensaron que ante este
hecho, este grupo insurgente se echaría para atrás, pero no fue así, ya ellos
tenían una determinación política que fue asumida por el nuevo comandante en
Jefe Rodrigo Londoño Echeverri, conocido bajo los alias de «Timoleón Jiménez»,
«Timochenko». Las FARC ha venido haciendo los gestos de paz necesarios, desde
liberar a todos los retenidos en su poder, treguas unilaterales periódicas
hasta la reciente liberación del General Rubén Darío Alzate que había caído en
su poder. A partir de diciembre de 2014, las FARC.EP observan una tregua
unilateral con carácter indefinido.
Cinco delegaciones de doce colombianos y colombianas cada una, para un
total de sesenta víctimas del conflicto, han viajado a la Habana, para exponer
sus puntos de vista. Al interior de Colombia se han organizado todo tipo de
foros con la sociedad civil que han dado sus aportes para enriquecer el
proceso, algunos de ellos patrocinas por la ONU.
Los defensores de derechos
humanos, agrupados en COLOMBIANOS Y COLOMBIANAS POR LA PAZ y otras
agrupaciones, donde sobresale quien fuera despojada de su cargo como senadora y
alguna vez víctima de secuestro por los paramilitares, Piedad córdoba, se ha
mantenido beligerante y ha sido pieza fundamental a todo lo largo del proceso.
Recientemente fue creado el Frente Amplio por la paz.
Se ha avanzado en los tres
primeros puntos de la agenda sobre el tema agrario, las drogas, participación
política y ahora se avanzan en el tema de la dejación de armas y el
posconflicto. Sigue sin determinarse aun el mecanismo mediante el cual la
ciudadanía colombiana, (denominado
sistema de refrendación) se pronunciará sobre los acuerdos. En ese particular el gobierno sigue apostando al referéndum y la
guerrilla exige una Asamblea Nacional constituyente.
El conflicto social y armado en
Colombia denominado,(según la jerga militar estadounidense), como guerra de
cuarta generación, donde uno de sus componentes fundamentales es la guerra
mediática, jugó su papel demonizando a la guerrilla como un grupo de bandoleros
narcotraficantes. Pero en estos momentos las FARC han debido ser reconocidas
como grupo político insurgente y beligerante, trago amargo que importantes
sectores demasiado adictos a la llamada “Seguridad democrática” aún no terminan
de asimilar.
Hace unas semanas las FARC habían
nombrado una delegación de sus comandantes conocedores del tema militar, al
cual se suma ahora una fuerte delegación de militares representantes de los
diferentes estamentos de las fuerzas
armadas y policiales, delegaciones que se encargarán de sentar las bases para
un cese bilateral de las hostilidades, así como de la etapa de dejación de
armas.
Parte culminante de este proceso ha sido el nombramiento de un representante
especial de Estados Unidos para el diálogo de paz entre el Gobierno y las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Bernie Aronson. Debemos
tener presente que este país ha sido parte beligerante en este conflicto que se
prolonga por 50 años y que ha sido el
gestor, aparte de la doctrina de la Seguridad nacional o del enemigo interior,
de diferentes planes contrainsurgentes, el último de los cuales, el Plan
Colombia, se le considera el causante del fracaso de los diálogos del Cagüán
bajo la presidencia de Andrés Pastrana, plan aprobado por la Administración
Clinton con un costo de 6000 millones de dólares y que pretendía terminar con
el movimiento guerrillero. El fracaso de este y la convicción de que ninguna de
las partes era capaz de vencer a su adversario, produjo como consecuencia la
apertura de las presentes negociaciones de paz en la Habana.
La guerrilla ha declarado que no
aceptarán un acuerdo de paz "que contemple un solo día de cárcel para
ningún guerrillero" por ejercer su derecho a la rebelión, e insistieron en
buscar alternativas jurídicas que reconozcan la "particularidad" del
conflicto colombiano.
No pareciera que la guerrilla
vaya a insistir en que los EEUU debería resarcir a los colombianos por los
daños ocasionados por su intervención en esta guerra, donde los colombianos han
puesto la peor parte: los muertos, desaparecidos y desplazados. Pero si parece
dispuesta a evitar a toda costa todo tipo de extradición e insistirá
fuertemente en la devolución de Simón Trinidad, comandante preso en USA y
objeto de juicios amañados por narcotráfico, siendo este un preso político. Simón
Trinidad fue incluido desde un principio como miembro de la delegación de las
FARC. Por otra parte, las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia (FACR-EP), pidieron al Gobierno colombiano “realizar
la apertura de los archivos oficiales y la desclasificación definitiva de la
información reservada sobre el conflicto” lo cual agrega un nuevo ingrediente
de polémica en los diálogos de paz.
Pero lo que sí queda cada vez más
claro para nosotros es la irreversibilidad de este proceso de paz que todos los
días gana más simpatías y apoyo de
gobiernos, organismos internacionales y pueblos enteros. La consigna de que “LA
PAZ DE COLOMBIA ES LA PAZ DEL CONTINENTE” ha quedado fielmente reflejada en la
declaración de la Habana de la CELAC, al definir a la América Latina y el
Caribe como zona de Paz. Por más esfuerzos que la derecha internacional esté
haciendo por frustrar este proceso se nota ya que están destinados al fracaso.
Reafirmamos cada vez más nuestra
convicción de ello y reiteramos lo
expresado en el epílogo del libro GUERRA Y PAZ EN COLOMBIA: “…en Colombia
muchos le temen a la paz, pero más le temen a la verdad”.
Juan Félix Montero Aguilar.
Analista político costarricense.